Oficina Central de Calidad Académica y Acreditación

13/06/2020 17:55:39

«Dos lecciones muy importantes: ser veraces y trabajo en equipo»

Entrevista a la Dra. Elizabeth Huisa Veria
Jefa de la OCAA de Letras y Ciencias Humanas
Presidenta del Comité de Calidad de Bibliotecología

La Dra. Elizabeth Huisa, jefa de la Oficina de Calidad Académica y Acreditación de la Facultad de Letras y presidenta del Comité de Calidad de la Escuela de Bibliotecología y Ciencias de la Información, comparte las experiencias, desafíos y lecciones aprendidas de cómo su equipo de trabajo afrontó la ruta de la calidad educativa durante la autoevaluación, evaluación externa y acreditación. A partir de su relato descubrimos la ética que caracteriza la cultura de la comunidad de estudiantes, docentes, egresados y trabajadores del programa que hoy pueden decir #SomosCalidadSanMarcos.

¿Qué ha significado el otorgamiento de la acreditación nacional del Sineace a la Escuela Profesional de Bibliotecología y Ciencias de la Información?
La representación de todos los actores es importante dentro del comité de calidad, puedo destacar los desafíos, al principio ver la mirada que tenían los estudiantes y docentes, veían la acreditación con mucho escepticismo. Luego al lograr la acreditación tuvimos un cambio de mirada, ahora vemos con mayor optimismo el trabajo que se viene consolidando.

¿Cómo se ha manifestado este cambio?
Ayer tuvimos una reunión con el comité de calidad para hacer seguimiento a nuestros planes de mejora y el compromiso de los docentes, estudiantes, egresados es bastante grande. También las autoridades juegan un rol importante, porque dentro de los cambios que hemos tenido, en los hitos del antes y después, al principio el apoyo mínimo de las autoridades y, después, apoyan en todo. Un poco entre broma, se considera que Bibliotecología está en la primera línea de todo el trabajo como plan piloto.

¿En el ámbito académico?
Una muestra de todo el trabajo que hemos tenido, cuando el Vicerrectorado Académico dispuso el inicio de clases sea el 8 de junio, para nosotros ha sido un reto bastante grande iniciar a finales de marzo y en la primera semana de abril. Esto de la mano de los estudiantes, con la retroalimentación y sus observaciones, ha sido un trabajo muy complejo. Pero en esta fecha ya tenemos avanzado un buen trecho.

¿Qué otros aspectos se han transformado?
Antes veíamos nuestro contexto como escuela dentro de una universidad pública bastante diferente. Ahora con la acreditación estamos apostando por recoger las buenas prácticas que se vienen realizando en otros países. Ese es el reto que tenemos como programa de estudios, antes de la acreditación nos veíamos más en un entorno nacional, después de la acreditación nos estamos moviendo más en un ámbito internacional. Recibimos más ofrecimientos de realizar posgrados con otras universidades extranjeras, eso nos ha abierto grandes oportunidades al conjunto de docentes y de egresados.

¿Cuál fue la ruta de la calidad que tomaron en el proceso de autoevaluación?
Somos un grupo bastante democrático, siempre en las reuniones del comité de calidad, incluso cuando teníamos que entregar los reportes a la OCCAA, antes de nuestra decisión, nos reuníamos y preguntábamos ¿vamos o no vamos? Cuando avanzábamos nuestro informe de autoevaluación dábamos una mirada del vaso medio vacío, en lugar de medio lleno. Entonces mirábamos y nos decíamos no estamos preparados y nuestro temor era no obtener la acreditación.

¿Qué decidió el equipo del comité de calidad?
Ya con el escenario más claro, les decía que es una decisión de todo el grupo. No solo se dio en una oportunidad, se dio hasta en cuatro oportunidades. Las he contado, las cuatro veces hicimos votación de si nos presentábamos o no al proceso, si se entrega o no el informe que es el primer punto. Los votos eran muy ajustados en la primera y segunda oportunidad, pero en la tercera y cuarta, ya fue mucho más decidida.

¿Qué inclinó la balanza a favor de presentar el informe final de autoevaluación?
Fue importante que los docentes que tienen más años en la escuela argumentaron que habían muchas oportunidades y fortalezas. Dentro del equipo, éramos muy críticos con nosotros mismos, no nos percatábamos de que la mirada de afuera hacia nosotros era bastante favorable. Luego, nos dimos cuenta que no estábamos viendo las grandes fortalezas que teníamos como escuela profesional. Es así que con esa seguridad decidimos entregar el informe de autoevaluación.

¿Era la primera escuela de la Facultad de Letras que solicitaba evaluación externa?
Ahí también nosotros tuvimos una prueba, porque cuando se acercaba la fecha de entrega del informe, en octubre, la facultad fue tomada y se tenía que entregar en el plazo. Toda la documentación quedó dentro de las computadoras y oficinas, tuve que conversar con uno de los estudiantes para que dieran acceso a una de las oficinas y podamos recoger los archivos. Ya con esa información, en el buen sentido de la palabra, tomamos la OCCAA y ahí, por varios días, concluimos el trabajo. Terminamos todo el informe y nos presentamos al Sineace.

¿Qué rol han cumplido los miembros del programa?
Somos un aproximado de veinte profesores y tenemos más del 50 % que participa en el comité de calidad. El éxito que hemos tenido con los miembros docentes es porque hemos evaluado la permanencia y el trabajo de cada uno de ellos. En años anteriores, figuraban en la resolución como participantes, sin embargo, en la práctica no lo hacían. Entonces, para lograr eficiencia y tener éxito en el trabajo, necesitábamos que todos estén comprometidos, es ahí que semestral y anualmente empezamos a evaluar a los profesores que participaban.

¿Cuál fue el resultado?
Empezamos con esa nueva metodología de trabajo con los profesores y notamos la mayor participación. Tan es así, que en este año los profesores están solicitando ingresar al comité de calidad para trabajar porque saben que es muy importante el trabajo y compromiso de los docentes. En este momento tenemos quince profesores participando como miembros del comité de calidad y todos tienen una responsabilidad y suman en los estándares respectivos. El 100 % de docentes está comprometidos con el trabajo.

¿Se promovió la participación estudiantil en el comité de calidad?
Por parte de los estudiantes ha sido muy interesante, en un primer momento teníamos a dos estudiantes, que han sido muy importantes para poder conocer esa brecha del antes, el hito inicial donde en la escuela solo se hablaba de docentes. Después, la acreditación nos da un equilibrio de docentes, estudiantes, autoridades y miembros de grupos de interés. Las dos estudiantes jugaron un rol muy importante, porque sin ellas el acercamiento con los estudiantes no iba a ser tangible.

¿Cómo asumieron los estudiantes la autoevaluación de la carrera?
Siempre veían uno de los 34 estándares, los estudiantes solo lo relacionaban con el estándar de los docentes: acreditación igual docentes. Pero, si conocemos el modelo del Sineace es muy complejo, aborda desde la visión estratégica, la misión y visión de la escuela, el perfil de ingreso y va articulando una serie elementos del proceso educativo, hasta el último estándar de seguimiento de los egresados y los objetivos educacionales. Las estudiantes se dieron cuenta que este sistema era complejo y ellos eran los únicos llamados a tener un acercamiento entre estudiantes.

¿Qué estrategia aplicaron?
A través de reuniones. La última fase fue bastante complicada, sabíamos que los evaluadores iban a entrar a cualquier aula; en ese sentido, los estudiantes hicieron la «bajada de bases», entraban a las aulas, hablaban de uno a uno, de tú a tú. Más allá de que la directiva inicial de comunicación era de profesores a alumnos, después se hizo necesario que fuera de estudiantes a estudiantes.  Ya luego, casi para terminar y entrar a la fase de la visita, tuvimos la «feria de la acreditación». En la feria, todos los estudiantes, con el apoyo de los egresados, exponían los 34 estándares y cómo la escuela se encontraba en cada uno. De esa manera logramos socializar todos los estándares y que hubiera conocimiento de parte de ellos.

¿Qué rol tuvieron los trabajadores?
Lo más difícil en su momento ha sido la socialización y compenetración de todo el personal administrativo, no de la escuela en realidad, porque solo tenemos una secretaria que es muy eficiente y conoce todo el modelo. Lo más difícil y complejo es la facultad. A veces la administración pública se mueve por islas y cada uno trabaja a su manera y no ven el todo.

¿Qué hicieron para involucrar a los trabajadores de toda la facultad?
Nos tocó citar a todo el personal que iba a recibir la visita y tener la entrevista. Convocar una reunión y explicar el proceso en el cual nos encontrábamos, todo llevo una serie de información y preguntas que realizaron. Esto los preparó para la visita de los evaluadores externos. El compromiso fue de todos, tratamos de que todos los actores tuvieran conocimiento del proceso.

¿Cómo se integró a los grupos de interés?
La participación de los grupos de interés es cada vez más constante, con quienes establecimos reuniones y comunicación para recoger la información importante del empleador. Construimos la misión y visión solo con una percepción de docentes, lo ideal, como propone el modelo de acreditación, es la construcción de la misión y visión teniendo en cuenta los diferentes actores. La retroalimentación de ellos fue muy esencial.

¿Cómo continua ahora la relación con los grupos de interés?
La próxima semana vamos a tener una reunión con ellos para ver qué información vamos a recoger, porque en este contexto tenemos que estar adaptándonos a las nuevas tendencias. Es muy importante comunicarse con cada uno de ellos.

¿Qué logros subrayaría de la acreditación?
Lo más destacable en este tiempo ha sido la vinculación con los egresados. Lamentablemente antes nuestra mirada era solo el estudiante, el ingresante dentro los cinco años de la universidad y ahí quedaba. Erróneamente decíamos «se cortó el cordón umbilical», lo cual es falso y ahora el nexo más importante que nosotros tenemos, después de la culminación de los cinco años de estudios, es la vinculación a nuestro profesional en el mercado laboral. Hay oportunidades de mejora de implementar esa relación.

¿Qué otro aspecto enfocó el proceso de acreditación?
Un elemento muy importante en que hemos ganado experiencia es la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje. Los estudiantes saben de cada profesor el tipo de metodología que tiene, ellos son los principales cuestionadores. Con el proceso de acreditación recibimos una serie de capacitaciones en el que se enfatizó el enfoque por competencias, el sistema de evaluación. Incluso teníamos sílabos tanto grupos habían, lo cual no era correcto. Ahora tenemos un sílabo unificado, de hecho que cada profesor maneja su propia cátedra, con una metodología diferente, sin embargo, el logro de la competencia es lo que estamos buscando con un único sílabo.

¿Cuentan con un plan de capacitación docente?
Solicitamos y recibimos más capacitación de la facultad. Este año teníamos programado la visita de especialistas extranjeros. Por lo pronto, se viene incentivando la mejora del enfoque de competencias en el proceso de aprendizaje-enseñanza, el sistema de evaluación, desarrollar competencias para empoderar a los estudiantes, visibilizar y tener una mejor relación con nuestros egresados.

¿La acreditación permite nuevas oportunidades?
Estamos apuntando a incrementar el número de convenios específicos con entidades grandes, nuestros grupos de interés nos están abriendo las puertas para poder hacer trabajo de campo dentro de alguna asignatura y, a su vez, el intercambio entre profesionales para exponer temas de nuestra propia experticia. Nos ha abierto muchas puertas para tener conocimiento y experiencia en el ámbito académico, profesional y laboral.

¿Qué opina del modelo de acreditación nacional de programas?
Soy crítica, es un modelo muy complejo. He tenido oportunidades de conversar y discutir de este modelo con otros colegas del extranjero. Es enriquecedor e integrador, eso es bueno porque nos ayuda a tener una mirada completa de todo el proceso. No es una mirada parcial; sé y he visto modelos en otros países que solo toman en cuenta algunos elementos y dejan otros como responsabilidad de la facultad y universidad. Nosotros sabemos que este modelo, que incluye a la facultad y universidad, exige responder como escuela ¿qué estamos aportando a todo ello? Un ejemplo es responsabilidad social, si bien lo trabaja la facultad y la universidad, como programa de estudio qué hago en aras de la responsabilidad social.

Desde su experiencia ¿sugiere algún ajuste?
Destaco que el modelo es integrador, complejo, pero quizás podría haber algunas mejoras. A todos nos miden con la misma vara –ingenierías, salud o humanidades–, pienso que pueden hacerse algunas modificaciones, las miradas tienen que ser diferenciadas, porque no todos tenemos el mismo tipo de trabajo. Es necesario que puedan diversificar el modelo de acreditación, podría haber un mismo modelo pero con ciertas especificidades por áreas académicas.

¿Está de acuerdo que este modelo evalúa la calidad como una cualidad?
Si bien es cierto, se dice que trabaja en un enfoque cualitativo, pero muchas veces, en la práctica y cuando hemos recibido la visita de los evaluadores externos, nos damos cuenta que es cualitativo y cuantitativo. Hay cierta información que nos piden, recogen y te lleva a la mirada más de un enfoque mixto.

¿En qué aspectos ha ayudado el modelo al programa?
El proceso de acreditación nos ayudó a ordenar la casa, que es manejar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el enfoque de competencias. Si bien es cierto forma parte de la ley universitaria, lo conocíamos de una manera muy superficial. Ya en estos años nos hemos metido más en el tema, poco a poco nos estamos especializando, mejorando las metodologías de enseñanza, evaluando la percepción que tiene los estudiantes de los métodos didácticos, recogiendo información y evaluando si se logra.

¿Cómo ha trascendido el proceso de autoevaluación en la cultura institucional del programa?
Por lo general, estábamos acostumbrados a diseñar o implementar pero no a evaluar, a tener un sistema de gestión de calidad en el que diseñamos, hacemos y evaluamos. Es un modelo más completo de plan-acción-evaluación, como el que tenemos en el sistema de la universidad. Eso nos ayudó bastante del modelo de acreditación. La costumbre de planificar, hacer y evaluar, porque es la única manera de retroalimentar todo lo que hemos hecho.

¿Cuáles son las principales lecciones aprendidas?
Como comunidad académica dentro de lo que hemos aprendido, primero es la transparencia, ser muy transparentes, muy veraces en todo lo que decimos y hacemos, porque en este modelo de nada sirve hablar sin pruebas o evidencias. En la gestión pública hacemos bastante, sin embargo, no hemos tenido la buena costumbre de documentarlo, tener un archivo.  Primero, de todo lo que estamos diciendo tener una evidencia que respalde la veracidad de todo lo que estamos trabajando.

¿Qué más destacaría?
Otro elemento muy interesante ha sido el proceso de trabajo en equipo. La acreditación necesita de un trabajo en equipo de docentes, estudiantes, egresados, autoridades y personal administrativo. De nada va a servir que haya interés de la directora o presidente del comité de calidad, si no cuenta con el respaldo de todos. Tampoco es un apoyo parcial, tiene que ser total o por lo menos la gran mayoría. Somos un aproximado de veinte docentes, el apoyo siempre lo tuvimos por encima del 50, 60 o 70 % comprometidos con la calidad. Estudiantes igual, teníamos a dos estudiantes comprometidas, pero a su vez ellas coordinaron con los diferentes delegados de base. Los egresados también, teníamos una lideresa y se empezaron a sumar varios egresados. En las autoridades, lo asumió el decano que desplegó su energía con los vicedecanos y directores de otros departamentos y áreas.

¿Cómo lograrlo?
Eso es lo más complicado, el cómo es que cada escuela es un caso. ¿Cómo lo hicimos? Es con mucho esfuerzo y optimismo, valgan verdades algunos momentos me sentía sola porque corría y mis colegas iban a un paso intermedio, se demoraba, se tenía que retroceder, esperar para ir todos a un mismo ritmo y en la medida que avanzaba un poco más esperaba que todos pudieran jalar conmigo.

¿La capacidad de liderazgo es necesaria?
Detrás de ello existe un líder que tiene que empujar y a su vez también el líder necesita a su mentor. En mi caso tuve dos muy importantes que es la doctora Castro y mi propio decano, dos personas que me ayudaron en su momento, cuando decía ya no puedo más y decían «sí se puede, mira cómo te están observando». Al igual que mis otros colegas cuestionaba ¿en verdad estamos avanzando?

¿El compartir sus experiencias permitió que tomaran conciencia de los avances?
Es verdad, cuando yo participaba en las reuniones de todos los directores de los programas de las diferentes facultades me preguntaban. Me decía sí estamos haciendo bien, ya me llenaba de seguridad de que sí estaba haciendo bien.

«Sabemos que dentro del equipo docente tenemos grupos, así que teníamos que sumar a todos porque la acreditación no es de un grupo, es de todo el programa de estudios. Por eso se decidió sumar a todos, cuanto más democráticos seamos y cuantos más se sumen al coche, estén comprometidos con el trabajo, los resultados van a ser mucho mejores y es así como lo hemos obtenido».

 

Luego de que se hizo público la acreditación ¿la escuela ha recibido alguna propuesta de otras instituciones
Después de la obtención de la acreditación se incrementaron. Hay más propuestas de convenios específicos, de presentar programas de posgrado como la maestría en Bibliotecología y hay propuestas de hacer en otra especialidad. También hay más comunicación internacional con otros colegas y universidades pares. Hay mayores oportunidades que estamos aprovechando nosotros como escuela. Acá todos nos beneficiamos, todos los docentes al igual que los estudiantes.

¿Qué nuevos desafíos se ha planteado la escuela profesional?
El compromiso de la calidad es con el plan de mejora permanente. Hay algunos retos que estamos asumiendo. Por ejemplo, la mirada que hemos tenido acerca de la tutoría era para el estudiante desaprobado, pero ¿qué hay con los estudiantes aprobados, que están bien y que durante los cinco años nadie se ha preocupado? En ese sentido, hemos implementado nuestra tutoría universal y cada semestre tenemos profesores a tiempo completo que se están encargando de hacer un monitoreo al conjunto, porque cada promoción tiene una necesidad diferente. Estamos reconociendo esas necesidades y a su vez resolviéndolas a través de contactos con profesionales que ayudan a absolver esas dudas. Los del noveno ciclo están más interesados en su trabajo de investigación, ellos saben que no van a obtener el bachillerato automático, hay que ayudarlos para que al término del décimo ciclo puedan egresar con su trabajo de investigación sustentado.

¿Qué otras acciones contempla el plan de mejora?
Recibir capacitación referida al tema de tecnologías, si bien es cierto, nosotros los docentes hemos sido capacitados en las diferentes plataformas y antes de toda la pandemia ya habíamos recibido la capacitación al respecto, pero tenemos que fortalecer. Hay que utilizar estrategias diferenciadas, una es para la modalidad presencial y otra para la no presencial. Sabemos que tenemos un sílabo y estamos en un periodo de transición, pero hay un compromiso que para el próximo semestre todo tenemos que mejorarlo.  

«Ese lapso de cambio de semestre tendremos que recibir capacitación para poder seguir mejorando nuestras competencias como docentes».

 

¿Está pendiente la mejora en algunos estándares?
Lo más complicado de todo este proceso son los últimos estándares de seguimiento al egresado, objetivos educacionales y, el mercado laboral. De hecho que cada estándar tiene su plan de mejora y la excelencia es nuestra búsqueda.  Cada uno tiene un plan de mejora que implementar, en este lapso hay seguimiento a todo ello porque toda esa información tiene que ingresar dentro del sistema Sigia-SAES, que es una disposición del Sineace. También el reconocimiento a los docentes, tenemos como a seis docentes que son investigadores Renacyt, tenemos que reconocer a otros docentes, en lo pedagógico, responsabilidad social entre otras categorías, que también puedan ser premiados, reconocer su trayectoria, no solo la categoría de investigación.

¿Cómo está sirviendo la experiencia de la Escuela Profesional de Bibliotecología para promover que las otras escuelas de la Facultad de Letras avancen en la ruta de la calidad educativa?
Es complicado, porque son ocho miradas diferentes, somos como ocho hermanos y cada uno tiene un perfil diferente. Hay escuelas más cuestionadoras y es válido tener este tipo de posturas. Con la experiencia que se ha ganado, a todos los directores les voy informando como está trabajando Sineace. En este contexto se está difundiendo mucho más información y capacitación por parte del Sineace. Es una fortaleza que tenemos que aprovechar y esa información se les da. Si hay una convocatoria de capacitación para que asistan y puedan aprender, porque la única forma de aprender es estar atento a ese tipo de experiencias que se vierten.

¿Cómo se está apoyando la autoevaluación?
Lo segundo es la revisión de los informes que entregan y la retroalimentación con cada uno de ellos. He conversado con las directoras de Lingüística y Conservación, le mostraba a una de ellas el informe de autoevaluación y el plan de mejora son documentos distintos y tienen que estar atentos a todo ese proceso. Los tips se transmiten a todos los colegas para que tomen conocimiento en qué consiste todo el modelo.